EL ABUELO SE "PIERDE"



 Cuando cae la noche el viento recobra la vida que dejó al atardecer y la temperatura baja en picado, mas en este invierno tan frío que aguantamos, que soportamos esperando tiempos mejores. El frío se cuela por las ventanas sin cristales que dan al patio interior, la conversación transcurre medio tapada por las mantas que nos cubren y nos alivian de la congelación, asomarse al exterior montañoso de la casa es para pensárselo dos veces.
 Pues bien, con la que está cayendo el abuelo no ha regresado a casa, en estos momentos, está perdido en la montaña, al menos eso pensamos.
 Salió esta mañana a cambiar de sitio al burro, el cual tiene una cualidad fuera de lo común, es especialista en fugas, en conseguir librarse de los fuertes nudos con los que las personas lo atamos en el lugar de la montaña que nos parece mas oportuno. Demasiado grano y muy poco trabajo, se comenta entre la familia, el caso es que hoy cuando el abuelo fue a cambiar el burro de sitio, ya no estaba, había desaparecido, y el abuelo ha seguido montaña adentro buscándolo. Esto pasó al amanecer, ahora ya es muy tarde, de noche, y el abuelo no ha regresado. Tiene mas de ochenta años, no lleva ni comida, ni té, ni agua, ni siquiera un taslabit, con el que intentar protegerse del frío, tiene reuma, ve muy poco y oye aún peor. Arriba en la montaña, por dónde él se fue, no hay nada, ni pueblos, ni gente, ni jaimas, ni pozos, ni aljibes, nada. La última vez fue visto muy arriba de la Adrer n Sarás, lo vieron dos de sus nietos mientras pastoreaban las cabras, lo llamaron, casi no les hizo caso, le dijeron que descansara un momento, que tomara un té con ellos y que luego siguiera, pero se negó.
 Ahora no podemos hacer nada, salir a buscarlo es tarea imposible, la oscuridad impide la visión y la montaña, sería como buscar una aguja en un pajar, es una sierra enorme y difícil llena de piedras, precipicios y oquedades, en éstas últimas confiamos que se haya refugiado, pero podríamos pasar a tres metros de él y no verlo. Tampoco respondería a nuestros gritos pues está tan sordo que no los escucharía. Acordamos partir un poco antes del amanecer, somos varios e iremos en distintas direcciones, mientras tanto se apela a la voluntad divina. El que pase una noche fuera de casa en la montaña no nos preocuparía ni lo mas mínimo, sino fuera de edad tan avanzada, si al menos llevara té, o algo de abrigo. Es cierto que ha pasado mas noches de su vida al raso que bajo un techo, pero eran otros tiempos y otras las condiciones.
 Se ha corrido la voz por el oasis de su desaparición y todo el mundo está sobre aviso. La verdad, no es la primera vez que ocurre, todos los años le da por desaparecer sin decírselo a nadie, la última vez, el año pasado, apareció en Ifrane, al parecer no fue el único sitio por dónde había pasado en su aventura. Yo quiero pensar que si un hombre ha pasado cincuenta o sesenta años nomadeando de aquí para allá, no puede, de repente, pasar su vejez en el mas pleno sedentarismo, pienso que la cabra tira al monte, aunque sea cabra vieja. Sus hijos lo plantean de otra manera, según ellos, como diríamos vulgarmente, chochea, dicen que un viejo es lo mismo que un niño pequeño, que no sabe bien lo que hace. A todo esto, la abuela, su mujer, pilla unos cabreos de muy señor mío, que a él por un oído le entran y por el otro le salen, para algo útil, al menos, le siguen sirviendo las orejas. Lo curioso es que si conocemos bien la vida hoy en día de la abuela, tan nómada como él, comprobaremos que tampoco para en torreta, pasando mas tiempo de casa en casa de familiares, en diferentes oasis, que en la suya propia.
 Amanece y partimos cada uno en su búsqueda, llevamos móviles para llamarnos en el caso que aparezca, a mediodía, en plena caminata, suena el mío.
- Han visto al abuelo en la carretera de Bouizakarne, cerca de Timuley, estaba haciendo autostop.
- ¿Pero está bien?
- Si perfectamente, amduliallah, Hassane ha ido a buscarlo con la moto del maalam...
 Poco después uno de sus hijos, que había dado con una bici la vuelta entera a la sierra buscándolo desde abajo, en total mas de 60 kms., lo trae a casa. El abuelo está muy cansado pero se encuentra bien, bajó de las montañas, ¡por el otro lado!, cuando vio que anochecía, se acercó hasta una jaima, la primera que encontró, por supuesto se conocían, cenó askif, y durmió caliente, al salir el sol, se dirigió hacia la carretera y se puso a parar los pocos coches que pasaban por allí. En total, una burrada de kilómetros, algo fuera de lo normal.
Pasa los siguientes dos días recuperándose, casi no puede andar, cuando se le reprocha que se haya ido sin avisar, dice:
- ¿Qué soy un niño para tener que pedir permiso o avisar?
 Y me cuenta la historia de cuando se perdió siendo un muchacho.
 " Mi padre y yo fuimos a Bizaharne a cultivar la tierra, después llevé a los camellos a beber y a la montaña, donde me quedé dormido un rato. Sin darme cuenta, cuando desperté era de noche y busqué los camellos, pero en la oscuridad no pude encontrarlos. Fui por la montaña hasta que tuve a la vista el Wawkrdad, cerca de Id Yassin. Allí me quedé a dormir, tenía miedo de mi padre si regresaba sin los camellos. Mi padre también tenía miedo de que me hubiera perdido, pues apenas tenía doce o trece años y por la noche salían muchas hienas. Por la mañana me desperté y sobre las diez encontré a los camellos.
Mi padre me dijo:
- ¿ Dónde has estado?
 Le conté que me había perdido y que estuve buscándolos, por eso me quedé en la montaña.
Después de arar y sembrar la tierra, la familia nos fuimos a Taurirt n Ladot, cerca de Tanbardet, arriba de Id Moussa, para seguir trabajando un trozo de tierra que teníamos allí. Cuando terminamos el trabajo nos fuimos al Borj, a casa de Id Bouchta, para recoger allí paja y grano para que comieran los camellos y partimos dirección Taghjijt por la agaras Moumrad, después por Tiguidrt, bajando hasta Tourirt n Tiyoka, llamada así por haber allí muchas tabuk, lechuzas. Seguimos bajando hasta las llanuras de Ait Safin, después Tazlmat, cerca de Wawzgart, después a Chergui hasta Tigimí n Baha, Después Iguidar y Assofid n Baha para llegar hasta Tagmout."

NOTAS MÍAS: Esta historia, de contenido en principio intrascendente, nos demuestra varías cosas. Lo primero es que hace no demasiado tiempo, las hienas eran de lo mÁs habitual, en cambio hoy están extinguidas, debido a una serie de factores que cito en capítulo aparte y en especial dedicado a este animal. Después nos indica que antes, era posible cultivar en unos lugares donde hoy nadie lo hace, debido a un clima que se ha vuelto mucho mas seco y extremo, otra vez, de manera acelerada, en muy poco tiempo. Y por último se me ocurre que sin contar nada revelante, la última parte del relato sobretodo, demuestra muy bien la estructura bastante común en los relatos de viajes de los habitantes de esta zona, en los cuales siempre se detalla con incansable minuciosidad los lugares por donde pasan, formando una especie de listado, de rosario u hoja de ruta, siendo cada vez mas detallada cuanto más conozca el oyente la zona.

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