CALENTANDO MOTORES




No sé si soy un viajero, un viajante o un turista. No lo sé, y además me da lo mismo. Sinceramente, me importa un comino. Yo ni más ni menos larga que cualquiera. 
 Eso sí, aquel que espere una guía turística en estas páginas o aquel que espere un profundo análisis o conocimiento de los países recorridos, sufrirá una decepción. No sé si deseará seguir conmigo. Sí lo harán, espero, aquellos a los que el sofá de su casa se les queda pequeño, aquellos que sueñan con tierras lejanas, aquellos que siempre miran al sur.
 Aquí aparecerá lo que vi y lo que sentí, si consigo algo parecido a eso, ya me doy por satisfecho. A los demás, lo siento mucho, tal vez en otra ocasión…

 Dejo Damasco el 16 de Marzo de 2011. Yo todavía no lo sabía pero era justo el último día de paz, desde entonces Siria permanece cerrada. Un año después mientras escribo estas líneas el conflicto no ha acabado, el dictador sigue en su sitio.

 Tuve la suerte de no saber lo que se les venía encima a los sirios.

 Mi viaje, mi mirada, me hubiera resultado casi insoportable de haberlo sabido. Partí con el sentimiento y convencimiento de que era uno de los mejores países que había conocido, al día siguiente estalló la violencia.

 Las revoluciones de la llamada primavera árabe han derrocado hasta la fecha los gobiernos totalitarios de Túnez, Egipto y Libia. Ahora se lucha en Siria.

 Occidente, Europa, se escandaliza y apoya unas revoluciones a mi modo de ver justas y necesarias, cosa que estaría muy bien si durante años y años no hubiera incentivado, aceptado, defendido y apoyado a los mismos tiranos que ahora quiere cargarse.

 Si Europa y Occidente tuvieran que definirse con una sola palabra ésta no podría ser otra que hipocresía.

 En el caso de que estas revoluciones triunfaran y en el mejor de los supuestos se instalasen democracias como las nuestras, solo se permitirán si los gobiernos elegidos son del gusto occidental. Si salen, por ejemplo, los islamistas por mucho que hayan sido votados por el pueblo, ya veremos que pasa. No creo que Europa los admita, excepto si se disfrazan con piel de cordero. Tenemos antecedentes en ese sentido con nuestros vecinos argelinos, entre otros.

 Manipulación pura y dura, maquillaje de sus pillerías y chanchullos  mientras se les llena la boca con la palabra democracia. Mi alegría es que parece que cada vez más gente es consciente.

 No sólo los gobiernos y sistemas árabes necesitan una profunda renovación. Espero poder verlo pronto. Mientras tanto a un lado y al otro del Mediterráneo siempre pagamos los mismos.

 Los inocentes.


  
Todo es mentira en este mundo, todo es mentira la verdad.

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