MARRUECOS. INTRODUCCIÓN


 Marruecos hoy en día es para mí como la persona con la que se convive, estando con ella apenas te vas dando cuenta del cambio, y solamente después de ver unas viejas fotos o al regresar de un viaje bastante largo, te das cuenta que el tiempo si pasó. 

Es como cuando uno camina por el desierto, dependiendo de en que paisajes uno apenas nota que se mueve mientras avanza, pero lo cierto es que el lugar donde se duerme estará muy lejos de donde se desayunó.
 Un país hecho de países extremos, desiertos desolados y bosques nevados, calores sofocantes y fríos asesinos, sequía total e inundaciones a lo grande.
 Entre sus habitantes también se dan estos extremos, abismos insondables entre la civilización urbana y las montañas, entre el pasado y la modernidad. Mundos enteros que desparecen a ojos vista, mientras otros surgen, tímidamente al principio, cogiendo enseguida la fuerza de lo nuevo.
 Marruecos es un abuelo con chilaba y turbante que pasea cogido de la mano de su nieto, estudiante moderno con gorra de béisbol, enchufado a internet y que escucha hip hop. Caminan por la muralla de las afueras de una gran ciudad roja, el abuelo mira a las montañas nevadas, a los campos de cebada, su nieto mira al centro de la ciudad y a las galerías comerciales, sobre ellos cae una fina lluvia mientras el sol está fuera. Un hermoso arco iris está justo a sus espaldas pero a ninguno de los dos se les pasa por la cabeza volverse a mirarlo, están como el resto de las personas pensando en sus cosas.
 Pese a ello, pese a todo, servidor, el autor de estas notas, escritas todas ellas entre finales del s.XX y principios del XXI, ha encontrado unas gentes muy tolerantes, tremendamente tolerantes.
 Todo está prohibido, pero todo es realizable, uno siempre acabará encontrando un sendero entre lo imposible, las murallas más altas siempre tendrán un agujerito por donde colarnos.
 Nos vamos al sur del país, ¿qué veremos allí?, veremos montañas, valles y llanuras, veremos desiertos y oasis de grandes palmeras, veremos luces y colores para nosotros nuevos.
 Veremos la vida en su grado superlativo y la muerte más impasible y descarnada. Veremos un pueblo alegre, duro y tolerante, luchando por sobrevivir, empeñados en su existencia.
 Desesperados inofensivos de gran inteligencia agudizada por las circunstancias.
 Veremos hombres rectos y ancianos memorables.
 Veremos listillos que se creen que el extranjero es gilipollas perdido, seguramente porque alguno así se lo ha demostrado. Veremos niños harapientos, personajes de película y alguna sultana mora. Veremos piedras, piedras y piedras. Y más piedras. Y perros vagabundos,  noches estrelladas, vientos desposeídos de cualquier rastro de humanidad y toda clase de fenómenos de adjetivos superlativos.
 Algunos necesitarán datos más precisos, situarse, vayámonos pues al sudoeste marroquí, territorio fronterizo, hasta hace apenas un siglo, indomable y extraño. Situado entre la parte mas meridional del Anti-Atlas y la Jebel Bani. Zona norteña a la antigua frontera del antiguo Sahara español, tierras de fronteras visibles e invisibles, aquí las montañas van perdiendo altura y convirtiéndose en desierto, zona de transición entre sedentarios, seminómadas y nómadas, límite cultural y lingüístico, aquí termina el dominio de una lengua berebere de nombre tachelhit y empieza a hablarse una lengua árabe-sahariana llamada hassania. Terminan también los dominios del argán, árbol famoso que da nombre en las guías turísticas al "país argan", y empieza el dominio de la desértica acacia.

  ¿Nombres propios? Una tribu: Los Id Brahim, y los oasis que habitan, ellos y sus vecinos: Taghjijt, Tinzert, Aday, Ifran, Amtoudi, Tamanart, Icht, Foum El Hisn, etc.
 Estas notas son un compendio de textos que intentar tocar los más variados temas. Algunas las he escrito desde mi experiencia personal en la zona, son notas de viajes, o usos y costumbres o sentimientos míos sobre diversos temas. Otras notas las he traducido directamente del tachelhit al castellano, son historias de tradición oral de la tribu Id Brahim o de la vida de las gentes que me las han contado. Éstas últimas son historias que si no se plasman hoy en escritura están condenadas a desaparecer pues existe en estos tiempos actuales una brusca interrupción entre emisores y receptores, mientras son contadas por los más ancianos de la tribu sus jóvenes piensan en otras cosas o miran la televisión.
 Toda una forma de vida - y de sabiduría- condenada a su extinción. Son cosas de la modernidad y es inevitable. Nunca fue tan cierto el dicho de que si en África un anciano se muere, una biblioteca entera desaparece. 
 Intenté durante años, a duras penas y con dificultades, escuchar a un hombre, ya anciano y escribir lo que decía. Sin su familia, que no sólo me ayudo sino que incluso me adoptó también hubiera sido imposible. Así pues debo dar las gracias a B. Abdelhai ou Houcine y a todos sus hijos y resto de la familia, así como todo al resto de la tribu berebere de los Id Brahim.
 Les estoy agradecido por enseñarme, con tesón, paciencia y alegría, mucha alegría. Y sobretodo gracias por enseñarme otra manera vivir.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, viajero, me ha gustado viajar a marruecos con tus palabras. Saludos Kat.

Unknown dijo...

Gracias Kat! Me alegro de que te guste y de que lo digas!!