No soy un hippie, ni un aventurero, ni un
espíritu libre, ni nada de eso. Al menos, ya lo he dicho, no más que otro
cualquiera. ¡Ojala! Qué más quisiera yo. Mi característica principal es ser un
pringao, un currito, así como suena. No hay mérito en lo que hago pues lo hago
obligado. Como la puñetera arena que se escapa entre los dedos, como la recurrida
hoja al viento. John Lennon estuvo fino cuando dijo que la vida es aquello que
pasa mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes.
Arrastrar mi cuerpo hacia un aeropuerto, subirlo a un
avión rumbo a Rumania, después por tierra a Turquía, más tarde, ya veremos.
Tengo un avisador en el párpado de mi ojo
izquierdo, cuando mi nivel de estrés o de hartura empieza a ser asfixiante, se
me pone a temblar, es imperceptible desde el exterior pero yo lo noto, vaya si
me lo noto. Veo la televisión y se mueve el párpado, voy conduciendo y me
tiembla, miro un paisaje y ahí está, no es continuo pero es molesto, entonces
es cuando sé que debo ponerme en movimiento. Cuando regreso paso una tiempo sin
el tembleque, no mucho.
Una vez más estaré hasta las narices, de los
problemas, de las rutinas, del gerundio de mi vida. Harto de estar harto,
incómodo de tanta comodidad. Me pica todo.
Indignado, a tope, por supuesto, aunque llevo
así desde los trece, tal vez desde antes. Inadaptado aunque disimule, aunque lo
camufle, me temo que se me ve el plumero en cuanto se me trata un poco. Quizá
sea mi subconsciente el que me empuja irremediablemente hacia la insatisfacción
para así poder largarme más ligero, para así tener un buena excusa para viajar
y hacer lo que de verdad me hace sentir que no pierdo el tiempo. Sí, ya sé, el
tiempo no se pierde porque no se tiene, es el tiempo el que nos tiene a
nosotros, bla, bla, bla. Me parece muy bien, incluso estoy de acuerdo, pero ¿y
qué?
Huir de los problemas no es un acto heroico,
sino tan sólo una opción. Si se es lo bastante soñador e ingenuo se puede
llegar a pensar que mientras tanto se solucionarán solos. A veces pasa. No
siempre. Vamos, casi nunca. Pero no importa, mientras dura el tratamiento es
efectivo, y además, y sobretodo, el viaje vale la pena por sí mismo, se
sostiene solo, es suficiente, más que suficiente. Vamos.
Tú, tú,
si estás preparado cuando quieras puedes empezar
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