TAGMOUT, EL OTRO MARRUECOS


Tagmout languidece bajo el sol, el polvo y el viento.

Es un lugar sublime, oasis de palmeras asentado en una llanura rodeada de impresionantes montañas, junto a un cauce normalmente seco, pueblo antiguo de leyendas míticas, guardián del silencio, el asfalto muere de manera definitiva en él, justo cuando lo penetra, siendo el resto de sus calles de tierra.
 Aquí se puede escuchar el viento entre casas y palmeras, los chirridos de las bicicletas de sus cada día menos habitantes, las llamadas a la oración, el paso ocasional de alguna mobilete años 60, pero sobre todo se puede escuchar el silencio.

El pueblo, dicen, ha conocido tiempos mejores, y me hablan de cuando gracias a la guerra con el Polisario, este era el último lugar visitable antes de la frontera, totalmente cerrada, llenándose de viajeros y turistas, ya que por alguna razón, siempre nos ha gustado llegar al final de algo, hasta la última parte posible, era pues, un último destino.
 Curiosamente, en cuanto se permitió el paso hacia el antiguo Sahara español, Tagmout seguía siendo exactamente el mismo, igual de hospitalario, igual de maravilloso, pero ya no había nadie que le prestase atención, nadie, todos pasaban de largo sin el mas mínimo interés por él. 
 El trazado de una nueva carretera que lo evitó fue el mazazo definitivo.

También cambió la forma de vida de algunos de sus habitantes, desechando las antiguas y duras faenas tradicionales, que casi nunca aseguran el no pasar hambre, marcharon cogidos de la mano de la emigración.
Sus casas, verdaderos tesoros, algunas de cientos de años de antigüedad, son para el occidental irreales e inimaginables, verdaderas mini-fortalezas de tierra de hasta cuatro y cinco niveles, de arquitectura redondeada e irregular, capaces de albergar a los numerosos miembros de las antiguas familias, son todo un laberinto de puertas en las que es necesario agacharse, largas y estrechas estancias iluminadas con ingeniosos sistemas a base de conseguir que la luz llegue del exterior, muchas escaleras por donde solo cabe una persona, a veces una para cada piso, pegadas entre si, como acequias casi verticales, techos hechos con entramados de palmera, argán, acacia y barro, que según se dispongan las ramitas puede dan lugar a figuras geométricas exquisitas, paredes de metro y medio de grosor, puertas labradas tradicionales, lugar para todos los animales, y también para las colmenas, terrazas con vistas de ensueño, pisos que se balancean al paso de uno, como una emoción, sin peligro ninguno, tragaluces en las partes mas inesperadas, por todos lados estilo y bienestar, y sobre todo, mucho espíritu, son casas que llenan, que enamoran, que fascinan.
Hoy en día se vienen abajo y no hay manera de convencer a nadie de que no las abandonen sustituyéndolas por otras de bloque y cemento, más incómodas, mucho más caras, y lo que es peor muchísimo más cutres y en donde uno se siente un auténtico desgraciado, como si le hubiera tocado vivir en una de esas chabolas que hay en la M-40, porque no se harán una casa de bloque y cemento más o menos aseadita, como en la mayoría de los casos no hay dinero, dejarán la casa a medio hacer, el bloque puro, la humedad, el frío, el calor extremos, la invadirán constantemente.



Y la vieja y honorable casa, única, pues no hay dos iguales, quedará utilizada como corral, o simplemente abandonada, lloverá una vez y se le irá la blancor de la cal, y las terceras lluvias le abrirán goteras, y las quintas le tiraran el techo, y al cabo de unas cuantas, como buena casa totalmente natural y ecológica, será un pegote informe de tierra y ruina, hasta que se deshaga por completo, pasando el terreno que ocupaba a ser vertedero y cagadero clandestino de los vecinos.
Montón de plásticos, mierdas enroscadas y porquería multicolor.
Y el pueblo de lo que tendría que ser calificado como verdadero patrimonio de la humanidad, representante de un arte propio y lo que es mejor, bello, muy bello, pasará a ser, un lugar sin salidas, ni expectativas inundado por la basura y el desánimo.

Nos encontramos justo a mitad del proceso, la mayoría de las casas están ahí y merecerían continuar vivas, pero imposible encontrar aquí mismo la solución.

 Como occidental que soy, (aunque con el orgullo del que intenta renegar- y la frustración del que no lo consigue- ), no paro de darle vueltas a la cabeza buscando una solución, no lo puedo evitar, dejar pasar, ya me habéis convencido que los esquemas mentales son imposibles de cambiar, (bueno casi convencido, no del todo).
 Y miro hacia el norte, a nuestro querido y aburrido país, a ver cómo han arreglado cuestiones parecidas allí, la solución sale rápido, recuerdo los molinos restaurados por ingleses, las masías arregladas por los alemanes, la inversión de un turismo que ha mantenido verdaderas joyas antiguas, conservándolas medio vivas, y digo medio...



¿Sería esto posible aquí?, conozco a la gente, a las autoridades, los obreros son mis hermanos, verdaderos "maalam" (maestros, profesionales, especialistas) de la construcción  tradicional de estas tierras, conozco los precios, incluso viviendo de yo de ello, estos seguirían siendo bajos e interesantes, cada vez hay mas gente deseando fugarse del norte...también pienso en las dificultades, como que una casa puede pertenecer a una familia interminable, que nunca haya habido papeles, cosas así, nada insalvable.
Y no lo hago por miedo a trastornar, a alterar la melodía, una melodía aquí solo vista casi que por mí, ¿egoísmo? ¿me apetece ver gente extraña alterando costumbres, " tipos raros", (con perdón, no mas raros que yo), que llegarán cargados de alcohol, sí lo sé, no todos ni mucho menos, mujeres con camisetas sin mangas y pantalones que enseñan el tanga, ¿un turismo que desaparecerá a la primera de cambio? ¿me gustaría que esto se pareciera a otras desvirtuadas y pantomímicas  zonas turísticas? ¿Todoterrenos ruidosos muy caros por todas partes? ¿la invasión de los marcianos en nuestro querido planeta amarillo y marrón? ¿no pienso sino chorradas si tengo en cuenta dónde está el verdadero desastre? Guerras, visas, enfermedades, abusos, muros...



¿Es el turismo una panacea o es un problema?, o ninguna de las dos cosas..., ¿y al menos cosa mas o menos buena? ¿es un error considerar al futuro propietario, o propietaria, como un turista, suponiéndole una mayor sensibilidad y conocimiento del entorno? ¿a la larga no sería peor? un "mal turista" desaparece pronto y se acabó, el otro...
 ¿Dejo que se caigan las casas y que todo siga su marcha?, yo, que puede que tenga el poder de aportar el minúsculo y famoso granito de arena ¿Dejo a mis amigos con dificultades de dinero para comprar medicinas para los chiquitos, pudiéndolo evitar, tal vez no?..., ¿y dinero suficiente para una tele?, ¿se acabarán las tertulias, los cuentos, y la historia oral, etc. y etc.? ¿ se acabarán de todas maneras y solo soy un cero a la izquierda? ¿ Sigo trabajando en ya no se me ocurre qué, lejos de donde quiero estar?.

2 comentarios:

Abdú dijo...

Mil gracias por esta entrada y por tus reflexiones tan acertadas :-)

¡Un abrazo!

Unknown dijo...

Gracias a ti!, es un honor y un placer tenerte por aquí, me temo que nuestras reflexiones son bastante parecidas :-) Otro para ti