HOT MAURITANIA Capítulo 2


Recreándome en mi pereza transcribo literalmente de mi cuaderno de notas:
"Citroen con llave hecha con una peseta. Chofer mauritano, seco. Sur del Sahara occidental, desierto blanco. Frontera marroquí, se tarda. Tierra de nadie. Cambio, pesaditos pero tampoco tanto. Visa de tres días sin compasión. En el taxi dos lustrosas mujeres y yo, no hacemos amistad, llevo sin dormir dos noches y aunque no quiero voy quedándome dormido. Nouadibhú, camping Abba 3200 ugiyas la individual. Viejo y sucio pero podría ser peor. Cucarachas, lamparones, parece hecho dentro de un antiguo taller mecánico. Un francés con un todoterreno y un remolque con dos motos no me quiere llevar al día siguiente hasta la capital. Daniel, mejicano, algo obsesionado por las enfermedades (su madre es médico). Ducha y aseo. Traen pescado al puerto al  atardecer, alucinante. Nouadibhú grande y negra. Tranquila y agradable. Nadie molesta, un par de niños con el bonjour y un par de mayores curiosos. Nada más. Un señor que quiere que le compre aunque sea una postal…o cambiar dinero… o un recuerdo. Internet lento y en árabe, casi impracticable. No hay humo de carbón y acabo comiendo un superbocadillo de pollo, verduras y huevo por 400 ugiyas, fumo un cigarrillo fuera y al camping a dormir. Mañana a Nouakchott pues necesito ampliar el visado. Taxi a la gare routiere 300 ugiyas, taxi a Nouakchott 4000 ugiyas la plaza.

Taxi mercedes, hecho polvo, viajar en otro más nuevo 1000 ugiyas más, pero paso. Algo roto en él provoca grandes vibraciones que se acaban convirtiendose en peligroso vaivén. Presión total en asiento trasero -somos cuatro y no pequeños-caderas encajadas y doloridas, turnos con mi vecino para apoyar la espalda en el respaldo, música saharaui distorsionada por el volumen al máximo, cuarenta grados a la sombra, ventanillas cerradas- el aire de fuera es peor-protejo con el turbante los trozos del cuerpo que quedan bajo el sol-viajo junto a la ventanilla-.Ramadán, no quiero beber hasta que vea que ellos lo hacen. Incomodidad casi máxima, pero afuera está el desierto, cinta negra de asfalto barrida por las arenas, tierra seca, cielo y sol, bellísimo, cuerpo dolorido pero espíritu enardecido, me pregunto cómo es posible estar tan mal por fuera y tan bien por dentro.


¡Nouakchott tremendamente inundada por agua de lluvia! Excusa de taxis más caros, uno llega a pedirme 2000 ugiyas por llevarme a la central de policía o lo que sea, la mitad del trayecto a Nouadibú nada menos. Encuentro uno por 400 ugiyas, damos vueltas y vueltas buscando las calles menos inundadas. Central de policia, trato cordial. Visado de un mes 5000 ugiyas, no tengo mas de 4900 ugiyas pero no hay problema. He leído tan espantosas críticas sobre esta capital… ¡y a mí me gusta!

 Me muero de sed y de hambre, el visado estará a las cuatro de la tarde, espero bajo un árbol escribiendo esto."

 Dos cosas que decir sobre los visados que se expiden en Nouakchott, la primera
es que uno se puede sacar un visado de larga estancia sin tener que justificar actividad alguna, si uno quiere un visado de un año, paga y ya está:
 -Buenas, ¿qué desea?
 -Sí, por favor, pongamé un visado para un año.
Qué gustazo. La segunda es que pagas lo mismo por una visa por los días que sean 12, 23 o 30 días, no importa el número, hasta un mes es el mismo precio pero te ponen exactamente los días que tu pides por lo que es mejor tirar por lo alto por si acaso.
 Vuelvo a pie hasta que cruzo la zona más inundada, recorro un gran, y para mí, espectacular mercado dedicado exclusivamente a la telefonía.
 Busco alguien que me ofrezca cambio pues no me queda una ugiya, pero justo ahora nadie lo hace, nunca están cuando se los necesita, así que le entro a uno que lleva, como todo el mundo, un montoncito de móviles y tarjetas entre sus manos. Tardamos un rato, necesito ugiyas para, lo primero, comprar algo de beber, hace ya mucho que me muero de sed pero sé que debo tener paciencia para conseguir un buen cambio, regateo largo y tendido, consigo el euro a 370 ugiyas, de momento el mejor cambio del viaje aunque a la vuelta se superará.
 Entro en un supermercado que está abierto, recuerdo que es ramadán, compro una cocacola y la engullo entre los pasillos, conforme me la bebo, la voy sudando.

Vuelta a Nouadibhú el mismo día por la tarde, me quieren cobrar el mismo precio por el autobús que por el gran taxi, 4000 ugiyas por lo que cojo uno de estos últimos, tardamos unas cinco horas, a la hora de romper el ayuno hacen té sin bajar del taxi aunque paran a rezar, esto lo he visto varias veces en Mauritania, él que está sentado en el asiento delantero del taxi (siempre que el ocupante sea uno solo) hace el té en marcha, incluso cuando se circula por pistas, me parece de una habilidad asombrosa.

En este taxi y en los demás vehículos que he utilizado en este viaje a la hora de romper el ayuno los ocupantes me ofrecen de casi todo, acepto algunas cosas al principio para no ofender y rechazo después las demás argumentando que los que tienen que comer y beber son ellos pues han estado de Ramadán.
 También se fuma en todos los taxis, si bien una pipa mauritana no dura más de unas cuatro o cinco caladas. Volviendo al ramadán decir que por lo poco que yo he visto este ayuno no se respeta por demasiados, o al menos es respetado por muchísima gente menos de lo que yo me esperaba en la República Islámica de Mauritania.

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