EL CAMBIO INEVITABLE

Hoy, no me he despertado como siempre, esto es, con el ruido de piedras chocando entre si que hacen las cabras cuando trepando pasan por la ladera  donde está enclavada mi tigimí, hoy, el silencio ocupaba la hora en la que los balidos y berridos de las cabras ansiosas de tirar al monte se despiden de sus chivitos y viceversa, mientras las mujeres de la casa entre aspavientos y alguna que otra pedrada, ayudadas de efectivos y profundos gritos guturales, repetidos, imagino, a través de siglos, hacen obligatoria esta separación. Hoy me he levantado en silencio, ese silencio denso, casi infranqueable, inimaginable para el que no lo haya sentido alguna vez, ese silencio sahariano, en el que el arrastre de un papel de fumar por la tierra puede ser causa de sobresalto, ese silencio imposible en Europa, que hacen que le piten al occidental los oídos, y puede llegar a abrumar al recién llegado desprevenido.
 Como cada mañana me echo la toalla al hombro y bajo por el sendero a lavarme la cara al río de agua cristalina, me acuclillo en una de las piedras que usamos para cruzarlo, el agua está muy fría en contraste con los rayos del sol recién salido que me dan de frente en la cara. A mi alrededor el palmeral, bello, paradisíaco, entre mis manos se aventuran a cruzar muy rápido algunos pececillos, recuerdo el grifo del piso de Valencia, la lúgubre luz de neón, el patético despertador de los vecinos, el rostro de un pringao mientras me peino frente al espejo... vaya diferencia.
Entro en casa con varios Bismillah dichos a voces, bien fuertes, pues además de santificar el acto, honrar la casa y expulsar posibles diablillos, así anunciar mi entrada, la entrada de un hombre, y dejo un instante antes de continuar por si alguien cree necesario arreglarse el pañuelo, abrir o cerrar alguna puerta, recoger algo o cosas por el estilo. Me asomo a la cocina a ver quien hay, este simple gesto tardé años en hacerlo, incluso mucho después de saber que yo era de la familia y lo que esto significaba, y es mas , aún no lo hago siempre, no conviene abusar... si yo soy uno de los muchos que tiene familia adoptiva marroquí, y es que es lo que pasa cuando Hospitalidad se escribe con mayúscula.
Así llego a la habitación mas cálida de la casa, donde se desayuna, se come y se cena sino hay invitados no familiares, donde duerme la abuela y algunos chiquillos, pequeña, al lado del cuartito de los hornos de donde sale el olor a pan y a leña. Saludo a los abuelos con un beso en la cabeza en primer lugar, después al resto si lo hubiese, hermanos, esposas y niños en este orden, de diferentes maneras y dependiendo de, pero pasando, prefiero la poesía al protocolo, y pura poesía y ritmo es lo que brota de sus labios cuando saludan, y hay algunas mujeres, que hasta parece que cantan, y para cuando se acaba el saludo, pues ya se está calentito y con mejor predisposición para la conversación, es la ventaja, a un motor en frío le cuesta arrancar.
Imagino que algo muy grave ha debido ocurrir para que el rebaño de la familia no haya salido hoy a la montaña, y bien , es grave, pero vulgar, son los tiempos modernos que corren, hoy falta el pastor, el vecino que se encarga de eso, chavalín joven de apenas diecisiete, con ganas de todo menos de tirarse todo el día entre las cabras, que sale normalmente con las suyas y las nuestras, está durmiendo, ha decidido no despertarse por los doscientos dirham al mes que se le da por esta faena, sueldo aún mas ridículo si cabe teniendo en cuenta el precio de las sardinas, el pan, el azúcar y el té, necesarios para comer en la montaña y que se tiene  que pagar él, total que tu tía. Al rato viene su madre llorando deshaciéndose en disculpas, y cuando ésta se va, la abuela, harta de problemas, habla de deshacerse de las cabras.
Las cabras, que han sido su sustento principal y lo mas importante, lo sigue siendo, en cientos de años, lo que le da nombre a la familia, su vida entera, está a punto, eso si , como muchas otras veces por distintos motivos, de desaparecer.
¿ A cambio de...?
A cambio de no demasiadas cosas ni demasiado buenas, ellos no entrarán de lleno a la llamada sociedad del "bienestar", lo harán como mucho por la puerta de atrás, no encontraran fácilmente otro trabajo, es posible que sufran de aculturación, que sufran emigración, la frustración del que desea muchas cosas que no tiene... alcoholismo, chabolismo...un montón de ismos terribles. Los mas osados intentarán cruzar el foso del castillo, acceder a la zona vip, a ese mundo demócrata y europeo, donde los que no hayan sido comidos por los cocodrilos serán recibidos por picoletos con guantes de plástico, que de una fuerte patada en el culo los enviarán de regreso, después de haberles dado unas mantas.
Y los que, contra todo pronóstico logren salir adelante allí donde nacieron, conseguirán, si se es privilegiado, a base de mucho esfuerzo y sudor, una parabólica con la que narcotizarse en blanco y negro viendo a María Teresa Campos, viva la globalización y el mundo moderno, semos kojonudos.
Pero no nos desesperemos todavía, a la hora de escribir estas crónicas los Boudi siguen teniendo sus cabras, y éstas están lustrosas pues ha llovido mucho últimamente, y sus mujeres podrán cantar, con esa voz que imita el brillo de las estrellas, cuando corten la alta cebada que Ihtina Arbí (InsAllah) crecerá en el Maden y en otras partes, tierras tradicionales comunitarias de cultivo, de este hasta ahora desierto.
Y para mi mismo, y para todo aquél que aún piensa que son posibles todos los posibles, otras maneras de vida, lejos del modelo autodestructivo anglosajón contagiado ya al resto del planeta, la locura del absurdo, que debería tener puesta por ley la etiqueta de "vivir no mata, pero atonta", que piensan, como el maestro Mafhuz nos regala, que la puerta tal vez se abra un día saludando a aquéllos que se lanzan a la vida con la inocencia de los niños y la ambición de los ángeles,  tengo , como contrapartida buenas noticias. Y es que durante las dos últimas semanas en dos ocasiones distintas me he llevado una gran sorpresa. La primera de ellas me la llevé mientras iba embutido en un taxi de vuelta al oasis después de haber visitado el banco mas cercano. Por la ventanilla vi unas tiendas algo diferentes, mas burros de lo normal pastando por ahí, para las pocas tiendas que habían, y gente que no iba vestida como los Id Brahim. Mi amigo Muley Mustapha, taxista y padre de familia recto y humilde no dudó a la hora de responder a mi pregunta sobre quiénes eran : eran hombres zayan.
¿Zayan? ¿aquí tan al sur? Los zayan, puedo equivocarme, son como se denominan a los grupos de bereberes de esta habla que habitan no sé si en el Alto Atlas o en el Medio Atlas, en todo caso muy lejos, lejísimos. Aquí estamos en la parte meridional del Anti-atlas, o en la parte occidental de la Bani, en lo que la administración marroquí llama la provincia Gulemín-Smara, en la cuenca del Oued Syad,  no muy lejos de la antigua frontera del sahara español, y tampoco muy lejos, en línea recta de, Tinduf. ¿Será posible hoy en día que hayan zayan aquí pasando el invierno tan lejos de su tamazirt? Sé que ellos gustan de pasan los inviernos heladores de sus tierras altas en otras tierras mas cálidas, pero ¿en éstas? es un muy largo viaje, es nomadeo a lo grande...aunque se hubiese hecho en camión.
Dos semanas después regreso a pie de un corto viaje de cuatro días, entre otras cosas, para ir a visitar uno de los fuerte-graneros de los cañones de Amtoudi,( los llamaré así por ser éste el nombre mas conocido), granero que al final tuve que visitar clandestinamente y de mal rollo ya que una arqueóloga árabe me impidió la entrada, si, cincuenta kilómetros con el burro y no tuvo compasión, al final resultó que había como una especie de guerra entre arqueólogos, y llegué yo por medio con cara de tonto.
Pero pasando de burócratas recelosos, el viaje se arregló al día siguiente cuando conocí otros cañones, secos, de arganes gigantes, místicos; al salir de ellos los vi de lejos, era una caravana de camellos, iban hacia el norte, hacia una zona  prácticamente despoblada que llega hasta Izerbi, al rato me encontré con dos hombre solos, imaginé que debían ser buscadores de miel, todavía se veía la caravana, después de los saludos de rigor al rato me dijeron que eran hombres zayan llevando camellos hacia el norte. Otra vez los zayan, al volver a casa, pregunto a la abuela.
Si, ella los había visto a veces, sobre todo en el pasado, de hecho en la mayoría de la historia popular de la tribu aparece gente zayan, y había llegado a hablar con algunas de sus mujeres, con las cuales se podía entender pero muy poco, y me explicó: los zayan venían en invierno por haber aquí mas pastos que en sus tierras, mientras que los erguibat, señores de la parte norte interior del antiguo sahara español, venían al contrario que los zayan, pues venían del sur, también en busca de pastos pero cuando mas apretaba el calor, ella también había hablado con algunas de sus mujeres , pues ella misma hablaba un poquito de hassania.
Si hoy en día, febrero del 2004, hay zayan en estos territorios, significa que la trashumancia en lo que hoy se llama Marruecos, es algo mas que local o regional, significa que pese a todo se siguen haciendo nomadeos de cierta envergadura, que hay algo mas que asfalto y rutas turísticas, que todavía hay esperanza, que aún no hace falta irse al Níger para encontrar el sur, que esos senderos de montaña recogen las oraciones de los hombres que los habitan arriba y abajo, incesantemente, fuera de tópicos, lejos de la globalización, de aquéllos que piensan que Marruecos ya no vale la pena, de los que se quejan de los cambios que sin duda existen pero sólo en muy determinadas zonas, precisamente y por eso mismo, en las mas conocidas. ¿Conseguirá el forastero pasar de puntillas haciendo el menor ruido posible?. Seguramente no, pero se consolará pensando que tal vez ni importe, el destino es implacable de todas formas, con él o sin él.
Si consiguiera saber si hay erguibat saharauis(1) , significaría que ni muros, ni alambradas, ni ejércitos, ni onus, han acabado con todos ellos, y aquí todo es posible, son las tierras de lo insólito.
(1)ESTO ES ERRONEO, los erguibat para nada se encuentran solamente al otro lado del muro.

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